Charlamos con Catriel Nievas a propósito de su último material, La sombra del sueño, publicado por Sello Postal.

En relación a lo onírico que refiere el texto que acompaña el disco creo que la música, y sobre todo por lo tímbrico, apela un poco a la pérdida del sentido, tanto como el sueño, pero también como el aturdimiento, es decir, esa sensación que uno tiene luego de un golpe fuerte.
En el disco creo que no hay sentido claro (sentido lo pienso en relación a significado, trama, sustancia) hay que recuperar algo, pero no se sabe bien.

¿Cómo pensaste o pensas el sentido del disco como obra?

El aturdimiento está relacionado a la pérdida momentánea de la coordinación y/o la razón, como decís vos, por un golpe o por una impresión fuerte que nos deja descolocados. Yo creo que el aturdimiento opera en un nivel físico que violenta nuestra percepción y la deja nula, lenta, nos hace dudar pero somos conscientes de que estamos acá y ahora, no importa donde, estamos presentes experimentando algo que nos quitó la percepción y peleamos por recuperarla. Es un lapso en nuestra percepción normal.

El mundo de los sueños nos permite unas libertades muy distintas a la del aturdimiento, yo creo que lo onírico absorbe al aturdimiento, es parte de las posibilidades del soñar.

Pensé el disco de muchas maneras.

Autobiográfico, como una recopilación de sueños que tuve durante la cuarentena, un diario de sueños que inició en marzo de este año y se fue construyendo y expandiendo con cada noche de sueño y cada mañana de escritura. Cada sueño está repleto de signos, que unidos me dieron una visión muy particular de mi vida y los relatos que me cuento, o que quiero contarme, o necesito contarme.

Sonoro, como capas de signos que se unen y crean historias que se derraman como líquido. No puedo parar de pensar en los sueños como líquido o fluido, pienso en algunos sueños que tuve y me hicieron despertar llorando, pero no por angustia, tristeza o miedo, sino porque a veces el sueño nos desborda de tanta realidad. Siento que esos caudales de líquido onírico están viajando con los drones y las notas largas y repetidas que fluyen. También hay una constante ir y venir de las notas que se encuentran y desencuentran. 

Batimentos (un fenómeno acústico que se genera cuando dos frecuencias o notas, muy cercanas entre sí se encuentran, ahí se genera un pulso, cuando más cercanas están las notas, el pulso es más veloz). Pensé en una nota como “estar despiertx” y la otra como “estar dormidx”. Ambas están todo el tiempo por encontrarse, generan esa sombra, ese espacio gris entre no saber si se está despierto o dormido. De ahí el título “La sombra del sueño”. Todo el disco transcurre en ese espacio de duda, donde sonidos de la vida cotidiana (risas, pasos, fuego) aparecen y desaparecen como siendo parte de un mismo fluir que tiene un sentido que se parte y bifurca constantemente.

Dudar, en los sueños dudo todo el tiempo. Aparecen cosas, objetos, personas, caras, ropas, lugares, paisajes, palabras, pero que nunca se podrían encontrar. Esos elementos pueden aparecer en nuestra vida, sin embargo, es muy poco probable, y ahí dudamos. En los sueños todo está fuera del contexto que nos plantea el sentido del estar despiertxs. Todo es posible, sin embargo se presenta de una manera poco probable, eso me inquieta, me hace dudar y me genera fascinación y ganas de estar más cerca de eso. El disco es una forma de estudiar eso que me sucede, de apre(he)nderlo, internalizarlo a través de la música.

Últimamente estás eligiendo cierta extensión, donde aparece algún pulso, pero desprovista de ritmo. ¿Por qué elegís esto?

Creo que el pulso es una forma de mantenernos en el presente, estamos acá. Cada pulso dice “ahora, ahora, ahora”. Por otro lado pienso que hay ritmo en todo, especialmente en la música. No hay música que no tenga ritmo… las duraciones largas me permiten que el ritmo se de a otras escalas, más grandes quizás, pero a veces más pequeñas. A través de las repeticiones se generan ciertas sonoridades que se instalan en nuestros oídos y en nuestra memoria. Me gusta repetir melodías o acordes (pero no loopearles de forma maquinal, sino tocarles yo) porque me permite trabajar el ritmo en una escala muy pequeña (cada repetición es ligeramente distinta a la anterior) y a la vez a una muy grande (el conjunto de todas las repeticiones da como resultado un gran.

A veces trato de pensar en las olas. Parecen constantes, nos parece que una ola rompe y llega a la orilla con una periodicidad cronométrica, sin embargo hay pequeñas variaciones; algunas se tardan más y otras menos, algunas son más grandes y otras pequeñas, a simple vista todas nos parecen iguales y que llegan a tiempo, pero cuando nos quedamos mirando no es así. Cada una es distinta y generan un ritmo muy hermoso y único que nunca se detiene pero que tampoco se mantiene igual.

Esta idea de aturdimiento -pérdida de sentido- tiene que ver un poco con la extensión y cierta lentitud en el desarrollo de las piezas?

No lo había pensado así, aunque puede que el tiempo se detenga en situaciones oníricas o de aturdimiento. Como un proceso temporal de pérdida de referencia cronológica de lo cotidiano, como si todo se detuviera y podamos observar cada detalle que se nos presenta como un objeto mágico y único, ver sus caras una y otra vez con la misma curiosidad. Quizás la lentitud viene de ahí y por ende la extensión…

También pienso que hacer música es casi un ejercicio, donde el control sobre los sonidos es leve. Como dejar crecer un jardín sin supervisarlo demasiado y admirar el encuentro entre cada yuyo y cada florcita invisible que aparece entre las grietas de un piso de cemento rajado con igual cariño y respeto.