MANIFIESTO

El descubrimiento musical como felicidad. Contar la nueva a los conocidos para que se alegren. La novedad es un estímulo y no tiene que ver con lo nuevo. Un sello cambia en el tiempo porque nuclea a diferentes músicxs y géneros. No es estático.

Un catálogo que tenga textura. No homogéneo, que raspe.

Un sello no es hacer un recital. Es intentar vehiculizar un concepto estético. El fin es estético y esto: es político.

En un sello los músicxs encuentran músicxs, se arriman y se dan cuenta que hay coincidencias. Nosotros los vinculamos -dense cuenta- esta es nuestra coherencia.
Creemos en el rechazo. Esto ha sido bueno, así han nacido otros sellos.

Nosotros no tenemos nada, ni siquiera una espalda.

Ninguna banda de rock le hizo tanto daño a una marca como los wachiturros – ¡Bien por ellos! Pensemos críticamente en ello.

¿La escena argentina, el under, qué son? ¿La movida CABA, qué es? La nada misma. Lo que sí, el Teatro Colón debería estar en Merlo.

El postpunk argentino es malísimo. No rescaten a nadie. No existe. No nos lo vendan más. Todo bien con S. Reynolds pero no hagan lecturas forzadas.

No hay discurso más peligroso que el de “la amistad”. Ahí muere la crítica.

Escribir nosotrxs porque nadie va a escribir sobre nosotrxs.
Escribir porque cada texto puede remitir a una voz y la voz va a estar siempre del lado de los sonidos.

Todas nuestras redes sociales están llenas de agujeros.  Medios de comunicación: ¡Salgan del medio!
Medios de producción vs Producción de los medios.

El amor como estafa.  Ningún pesimismo. Todo por delante.
Testimonio de futuro. Previsión ¿para qué? El ahorro es para insegurxs. Acá: todo gasto, mientras que el random del youtube nos lleva a un mejor puerto.

Somos cuerpxs y elegimos otros cuerpxs.

Y pensar que el gobierno quería prohibir recitales…
Y pensar que el gobierno quería prohibir las fiestas electrónicas. ¡Ellos no tienen razón, sólo tienen mal gusto!

El sentido está adelante, no atrás. Lo mejor es el próximo disco, no el hecho. El pasado un montón de obstáculos.
Entender va de la mano.

Nuestros pensamientos se comen las uñas.
La inteligencia es absoluta maldad.  El odio debe ser vehiculizado.

Qué no te diveen.
Qué no te puenteen.

No podés elegir la música, ni la ropa, ni tocar porque no encontrás lugares. Este es el sistema.
Buscar lugares y dar vueltas piedras se parecen.
Nosotrxs, como sello, seguimos existiendo en los rincones, en las migas.
Mientras tanto, hay más ciclos que lugares-bandas-y-gente que va a los ciclos.
Y la noches más hermosas en el Sandino fueron y serán nuestras.

Un sello contra el flagelo de los músicos ARTYS que tienen ideas geniales pero no quieren poner un mango en nada.
Somos La Pixar de La Matanza.
También detestamos la cuestión “a la gorra” porque reduce al “artista” a la mendicidad. ¡No nos engañan, ratones!

Un sello al que le caen mal los críticos que quieren tener todo bien ordenado en tuppers.
Escribir sobre música es contextualizar, poner en relación ciertos factores que pueden originar algo. No sobre lo que te hacer acordar. Una crítica no puede fundamentarse en “suena bien”.

Creer en el ruido y el romance.
En el desorden y los ruteos.
En el paragua y el 8 bit.
Y en los auriculares de mierda a los que accedemos, que hacen que toda la música suene como ruido blanco.

Un sello como slogan: “Material narrativo y sonoro a cualquier hora. Despacho de emociones. Recitales y edición de discos virtuales y reales. Isla visión: refugio pyme.”

La programación: la albañilería del siglo XXI

Sin embargo:
No le debemos nada a nadie.

Hay heridas, hay frustraciones y seguimos. No porque no nos quede otra. Hay miles y hacemos otras cosas. Seguimos por propia inercia.