Luciano Fabris – El movimiento de las hojas
El movimiento de las hojas de Luciano Fabris.
Los árboles de Fabris son árboles urbanos.
Una celebración de la inocencia conviviendo y conmoviéndose (moviendo-se-con) la contaminación, también, por fin, celebrada.
La suciedad como maquillaje, el glamour de la pobreza en los puños.
Las hojas se mueven en los árboles pero también en las esquinas, arremolinadas, junto con cartones, plásticos y pelusas-
Hay el tarareo en el andar, el detenerse en algo no turístico: siempre asociado al vagar, al deambular, hasta quizá al punto de locura. Suena una sirena y pedimos por dentro que no nos vengan a buscar, o rogamos: un ratito mas, y para eso alteramos esa sirena y le damos un giro de chifle o de chiflado.
Es un disco corto. Un EP. (que deviene dulce disco rayado en la posibilidad del repet adolescente)
Dura lo que dura un paseo. Lo que dura mirar a un linyera desde una ventana, antes de que se pierda de vista.
Pureza en la melodía, en la voz, pureza.
Mugre alrededor, entrando y saliendo de sí, pero la voz se mantiene en la infancia: en los arboles.
La vejez del inmaduro. Deshojándose en una ciudad y guardando con terquedad su voz natal, su estrella, pateándola consigo: “ es todo lo que tengo”
Por Ayelén de la Cruz
Fabris liberó a esta red conocida como internet El movimiento de las hojas, obra que lo muestra en su faceta de compositor. En ella podemos ver que Lucho se revela meticuloso y preciso. La extensión de cada una de las piezas que conforman su trabajo (5 pasajes musicales numerados) no arriesga nombre ni pista alguna para presuponer algo. Su precisión en cambio, se infiere en la escucha y donde entrevemos el universo sencillo de la economía de recursos en lo que respecta al tratamiento armónico y, por el otro, en los elementos usados: sintetizador, órgano y algunos efectos para lograr ambientes.Así y todo, lo más destacable de esta obra es su trabajo melódico marcado por la mínima variación de un motivo en ostinato. Un motivo casi imperceptible, pero que en el transcurso del tiempo el oyente termina sumergiéndose en un lento vaivén: un ir y venir. Justo ahí, notamos que el título del disco condensa la poderosa imagen que la música pareciera remitir: la caída y el suspenso.La correspondencia entre las palabras y la música, entre el título y la obra pocas veces se logra, pero acá estamos adelante de ese sentido inesperado del azar. El movimiento en su desarrollo gana fuerza. La sutileza está en el frío y las hojas.Por Diazckovic