¿Cuánto tiempo le dedica a escuchar música y cómo lleva a cabo esta actividad?

De momento me es difícil poder adjudicarle determinada cantidad horaria (diaria o semanal) a la escucha de música. Eso no significa que no esté escuchando frecuentemente nuevas músicas o reescuchando aquellas que en el pasado me gustaron, disgustaron o pasaron sin pena ni gloria. De manera desorganizada siempre hay algo que llega o vuelve. Los modos pueden ser muchos: un amigo, un accidente al errarle al link deseado, el conservatorio, o, mi favorito de todos, ir a vivir la

experiencia de la música en vivo, preferentemente en los circuitos menos difundidos que es donde, creo, pasan las cosas más interesantes ya que los músicos no cuentan con condicionamientos a la hora de ejecutar sus obras, canciones, etcétera.

¿Hasta dónde cree que su obra está influenciada por lo que escucha? ¿Le preocupa que se note?

Absolutamente en todo. De no haber tenido nunca una experiencia musical jamás hubiese elegido este modo de vivir. No creo que sea una vergüenza admitir estar influenciado, sino todo lo contrario, es hermoso. Significa de algún modo haber entendido lo que genera que cierta conjunción de sonidos o silencios, en un tiempo y espacio determinado, pueden provocarle a uno. A partir de ahí, uno elabora herramientas con las cuales consciente o inconscientemente va conociéndose a si mismo pues reconoce qué es lo que lo llena de placer y que no, entre otras cosas. En mi caso, las influencias pueden ser variadas; hay mucha abstracción de percepciones visuales y filosóficas, pero estrictamente en lo musical van desde los héroes de la infancia, pasando por Debussy, hasta llegar a los músicos con los que comparto escena (como mi amigo Alejandro Cares del que aprendí muchísimo en estos años compartidos, tanto de sus obras como de sus pensamientos). Por otro lado, no me preocupa si en mi obra cierto movimiento es similar a un movimiento de una banda actual o del pasado. Mi preocupación va por un lado de construcción social a la hora de aprobar. Hay frases que silenciosamente son destructivas como “Esto me encanta, es re Floyd” o “Loco, me gusta como tocas, pareces Jimmy Page”. Lo lees y suena hasta chistoso, pero pasa. Esto genera que siempre terminemos reivindicando en un lugar de preferencia a las glorias del pasado y, como consecuencia, que se construya una idea viciosa de ir a ocupar “ese lugar” que alguien abandonó. La música no es un linaje. La idea no es pretender ser igual, porque estarías mintiendo. En mi obra no puedo hablar como Roger Waters, por decirte algún ejemplo, porque pertenecemos a contextos distintos. Él era “Hijo de la guerra + Reino Unido + década del 70” y yo soy “Hijo del menemismo + Merlo + actualidad”.

¿Piensa en el silencio a la hora de componer, qué espacio ocupa en su música este aspecto?

El silencio es el terreno “baldío” de cualquier construcción musical porque pertenece a un orden natural del universo. Después verás si haces un contrapiso con todo el terreno o decidís destinar una parte para tener un patio con pasto, arboles y hasta una reposera para tomar mate. El silencio esta siempre ahí, solo que en el medio de una obra pasaron millones de estímulos que te distrajeron y te robaron la atención. Cuando le quiero dar más protagonismo al silencio decido eliminar algunos estímulos y/o agregar algunos para que te lleven a él, siempre orientado por la sensación que pretendo reflejar.

¿Hasta qué punto cree que se modifica la escucha siendo espectador?

No hay diferencias. Tanto intérprete/compositor como espectador se relacionan con la música para que les genere algo. El móvil de la escucha sigue siendo el mismo. Ahora, entender de igual forma la idea de la misma obra es relativo a las experiencias que hayan vivido las personas a lo largo de su vida. Eso es lo único que puede trazar una diferencia con el espectador. Pero no es algo importante. Creo que quien ejecuta debe tener la capacidad de admitirse que, quizás, se termine haciendo un teléfono descompuesto con lo que reproduce. Esa consecuencia no debe ser motivo de frustración, ya que a mi modo de ver y siendo reiterativo, se trata de generar algo, una sensación. No importa si es disgusto, placer o tristeza. El logro está en que la obra se transmita como información y con eso el espectador emita juicios con el motivo de esclarecer sus preferencias y así seguir desarrollando su utopía.