A propósito de proyectos diferentes, hicimxs una nota a ViviEntes sobre su ciclo, el cual refleja un universo diferente en tiempos de encierro. Además de gestar un reciente álbum ¿Qué escuchan nuestras casas?  “Una cartografía sonora en tiempos de cuarentena, a partir de una convocatoria abierta, 26 artistas de distintos lugares del mundo forman parte de este proyecto que surge como una manera audioperceptiva de poner en sonidos la fragilidad de nuestros cuerpos aún más en esta realidad atravesada por la pandemia.

El disco está compuesto de grabaciones de la estadía actual en aislamiento, hacia una escucha expandida, un mapeo de lo que fuga y se presenta. Lo que siempre estuvo allí y no se oía. Lo que conocemos y redescubrimos, los sentimientos y evocaciones en cortocircuito”

Quienes no conozcan qué es ViviEntes sepan que es un ciclo de música y video experimental de Buenos Aires (Argentina) que comienza en mayo de 2020, en un escenario de pandemia postapocalíptica cyberpunk, donde ruido, arte sonoro y poesía se fusionan e interconectan.

Emitido a través de Twitch.tv/vivientes

¿Cuál es la idea inicial y cómo la fueron gestando?

La idea inicial parte de otra idea anterior. 
Teníamos ganas de realizar entrevistas con música en vivo, además de fechas en las que haya mujeres artistas de disciplinas varias. Cuando comenzó la pandemia esto mutó a un formato online, con una forma y nombre surgido para este contexto, acerca de estas nuevas maneras de vincularse, y la supervivencia de nuestro lenguaje y nuestros cuerpos, enfrentando tantas circunstancias desconocidas.

¿Qué líneas estéticas querían seguir, cuáles creen que no se pudieron plasmar?

Más que líneas estéticas partimos de una ausencia. De una carencia. Un silencio. Una precariedad. Cuerpos que importa escuchar y percibir. Ante este quiebre que aparece en nuestra cotidianidad se movilizaron preguntas tapadas por el polvo durante años, y en ese reordenar e intentar entender la realidad empezó a tomar aún más fuerza la necesidad de escuchar esas voces, darnos la mano para sacar a la luz los rostros que fueron enviados a la sombra.
Darnos cuenta de las islas dentro de nuestro circuito. Observar las partes del cuerpo desmembradas, armar puentes en esta “ciudad” tan frágil, tan fragmentada donde estamos con-viviendo-con.

¿Cambia la propuesta pensando en les oyentes/espectadores del ciclo?

Nos preguntamos si hay separación entre quienes hacen y quienes escuchan el ciclo, entre quienes crean y escuchan esas creaciones. ¿Hay un público preciso y definido o determinado? ¿Cuáles son sus gustos? ¿Sabemos quiénes son? Realmente no. 
Pensamos en la importancia de generar un momento de encuentro, refugio y abrazo, de intercambio y retroalimentación. 
Se trata de un espacio con convocatoria abierta. Recibimos material y no exigimos el vivo como único modo de participar.

¿Qué problemas técnicos han ido superando a nivel streaming, incluso de locación durante la cuarentena?

El ciclo se crea en este contexto de pandemia. Lo importante es que a diferencia de otros canales de streaming acá se puede mandar material. No se exige a les artistas que hagan la performance en vivo, porque consideramos que eso excluye a quienes no pueden hacerlo. O incluso no quieren. Intentamos tener en cuenta todas las posibilidades de percepción al respecto de la exposición online, no todes nos relacionamos con estas nuevas formas de la misma manera, por eso no nos parece justo exigir a les artistas a un tipo de exposición con la que no se sienten cómodes. Nuestra prioridad es que se genere la instancia de encuentro, el sentir que estamos todes viendo lo mismo a la vez.

¿Cómo es el feedback con les espectadores?

Nuestro punto de encuentro es el chat de Twitch, ahí podemos compartir sensaciones y pensamientos, sentirnos en una misma dimensión temporal, a pesar de la imposibilidad de la instancia espacial y tangible, pensando en que hay una carga energética que es posible transmitirnos a través de esas palabras, convertidas en señal de luz y pixeles.