Hardcore

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  • Ostende – Las pasiones no están muriendo

    Hubo dos años en los que Ostende tocó muchísimas veces, dos años en los que tuvieron una lógica de ensayo demencial, algo así como tres veces por semana. Por esos años gabaron Ep y un Lp que consideramos cumbres del screamo nacional, Juventud Psicoactiva y Japón respectivamente. Luego sobrevinieron cambios de formación, inestabilidad y quietud. Las pasiones no están muriendo entendido primero como proceso es: un reestructuración y ver qué pasa.

    Y verdaderamente pasó. Las pasiones es un disco tan preciso como nostálgico. En este sentido podría haber sido un tango, pero no. El emo encausa la nostalgia como una mezcla disonante, acordes menores, rabia y fuerza. Y acaso ¿hay algo más vital que gritar? Toda depresión entonces queda descartada y Ostende conoce las mañanas del género y Tzzi: lo supo hacer de nuevo.

    Homenaje solapado a La quiete en Fink- Puig- Martínez. Una línea de tres que aprovecha lo mejor de cada quien, de años de conocerse, de saber lo que pone y da el otro. Espalda con espalda la base hardcore y el pulso de 180 o 200 bpm ya no es estricto, sino que la experiencia, el conocimiento, les ha dado mayor soltura y desparpajo: ahora también pueden coquetear con la murga.

    Las pasiones es una exploración a la nostalgia de lo que no será y sin embargo, Las pasiones deben seguir. La panadería, espera. La Morón City también. Ahí nace el mito de la “O”, el que decía: “hoy lo vamos a dar todo”.

    Por Joaquín Diazckovic

  • ZAT – Emblemas que triunfan abandonados

    Un repertorio de sonidos fácilmente reconocibles se dejan lugar y proponen una escucha clara sin demasiados planos sonoros. La carencia es energía. Cada golpe de tacho, cada golpe de platos es una verdad. Continuos cambios de clima a través de riffs de guitarra que exploran modos, cortes y juegos rítmicos sobre una misma tonalidad.

    Por Javier Nicodemo.

  • ZAT – Oleadas

    “¿Qué quieren de mí?

    cuando tengo algo que decir lo digo

    cuando tengo algo que dar lo doy”

    La dimensión política al servicio de la música una vez más entra en juego. A partir de este movimiento la música quiere decir otras cosas. Aunque nadie diga una palabra, las cosas se dicen, en los títulos, entre acorde y acople, se dicen. Y arremete la voz de disconformidad que chilla. El resentimiento encausado nos deja siempre boquiabiertos. Nos muestra que estábamos excesivamente cómodos. La crudeza del sonido requetecrudo-bien-grabado nos apabulla, nos hace vibrar la membrana de las sienes. Imposible darle la espalda a semejante resentimiento, imposible negar la belleza en ciertos géneros.

    Por Joaquín Diazckovic